El mundo ambarino de mujeres tsotsiles de Simojovel, Chiapas
Por las calles del parque central de Simojovel (municipio al norte de Chiapas), bajo el sol, camina Doña Mary (pseudónimo). En la mano izquierda lleva una morraleta con trozos de ámbar en bruto (sin pulir) y con paso decidido va visitando los locales y joyerías ofreciendo fragmentos de esta resina fosilizada que se utiliza para realizar aretes, pulseras, dijes, collares, llaveros, accesorios, esculturas y pulsitos; estos últimos por la creencia que tenemos en Chiapas de que el ámbar protege contra el “mal de ojo”, especialmente a bebés.
La compañía de Doña Mary son los rayos del sol, el calor y, a veces, también las lluvias de julio y de agosto, aunque también desde el mes de junio camina acompañada de la lluvia durante las fiestas de San Antonio de Padua, patrono de Simojovel. El municipio es conocido como la “Tierra del ámbar”, pues contiene los principales depósitos de ámbar del país y concentra el mayor número de minas, mineros, artesanas y artesanos que trabajan esta resina fosilizada. Por ello, cuando hablamos de ámbar mexicano, generalmente, estamos hablando del ámbar de Chiapas, especialmente del ámbar de Simojovel.
Doña Mary ofrece ámbar a la población local y a quienes visitan Simojovel. Ella, sus hijas y nietas, al igual que muchas mujeres tsotsiles de comunidades del municipio, venden ámbar (en bruto, pulido o en joyería) caminando en las calles del lugar o en pequeños locales ubicados en el parque central. Doña Mary comercializa sus elaboraciones con otras mujeres (mestizas) que revenden la joyería en Tuxtla Gutiérrez o en San Cristóbal de las Casas y, en muchos casos, ellas también venden esta joyería, lo cual permite observar que, en la diversificación de la comercialización del ámbar, dentro y fuera de Simojovel, sobresale la valiosa participación de las mujeres
Mujeres que han ido generando redes, especialmente, con otras mujeres tsotsiles (de la familia, de la comunidad y del municipio) y mestizas (del municipio y de otros lugares que acuden a Simojovel para obtener joyería para reventa), contribuyendo con ello a que el ámbar logre acceder a otros mercados. Esto último, por ejemplo, puede observarse en el ámbar que ha viajado a Estados Unidos para ser expuesto en eventos de arte y en museos que exponen joyería internacional.
Este contacto global del ámbar también puede observarse en el interés que coleccionistas o investigadores de diferentes partes del mundo tienen por la resina, lo cual provoca que personas expertas (especialmente de Ciencias Aplicadas) visiten comunidades con depósitos de ámbar o lugares turísticos donde se comercializa la resina, la adquieran y la lleven al laboratorio para estudiarla y generar conocimiento científico respecto a formas de vida extinta, encapsulada en ámbar: flora (restos de plantas) y fauna (arañas, alacranes, cucarachas, cangrejos, hormigas, otros).
La importante participación de las mujeres en la cadena productiva del ámbar también puede observarse en actividades de la minería artesanal -participación generalmente invisibilizada- y en la construcción de joyería hecha con esta cápsula del tiempo. Doña Mary y sus nietas (niñas y adolescentes), por ejemplo, han participado en la revisión del cascajo (piedras que se extraen de la mina) con la esperanza de encontrar trozos de ámbar, el cual “arrancan” y venden en bruto, pulido o transformado en joyería. En otros contextos en los que también se realiza minería artesanal del ámbar, como en República Dominicana, igualmente se observa la participación de las mujeres sacando piedras en costales, en la revisión del cascajo y afuera de las minas preparan alimentos para las brigadas de mineros. Ellas propician la vida.
El contacto que las mujeres tienen con la minería artesanal del ámbar no solamente se da a través de su participación en las actividades mencionadas, sino que también se encuentran vinculadas al “mundo minero” del ámbar al ser hijas, hermanas, madres, esposas o viudas de mineros, lo cual permite que tengan conocimiento del trabajo arduo que implica, las condiciones materiales en las que se realiza y los riesgos que representa para quienes lo realizan.
Lo anterior permite observar el vínculo y la participación de las mujeres en la minería del ámbar, sin embargo, como se indica en el artículo “Mujeres de ámbar. Una mirada a la minería de ámbar en Simojovel de Allende, Chiapas (México), desde la ecología política feminista”, en la minería existen desigualdades de género que pueden observarse en los daños que este trabajo genera en la salud de las mujeres, en la exclusión de toma de decisiones y de espacios de participación, en la desvalorización del trabajo de cuidados y en la violencia que ellas viven. Asimismo, las consideraciones de que la minería es un trabajo brusco, que requiere esfuerzo físico y que implica diversos riesgos como los derrumbes, han propiciado que sea invisible la participación de las mujeres en este trabajo que, junto con otros esfuerzos económicos y los trabajos de cuidados y del hogar, ellas realizan en el ámbito rural.
Doña Mary, por ejemplo, cuando llega a casa cuida a sus nietas, desgrana maíz, hace tortillas, hornea pan, elabora y comercializa joyería con ámbar, y atiende su pequeña tienda de abarrotes, emprendimiento que ha iniciado con sus hijas, con la esperanza de obtener ingresos que le permitan cubrir gastos de la familia. Como sucede con otras mujeres que tienen hijos, hijas y dependientes económicos, más que por motivación, el emprendimiento de Doña Mary obedece a la precariedad económica que comparten muchas familias indígenas de la región; entre las cuales podemos encontrar madres solteras, huérfanas, divorciadas, separadas o distanciadas de la pareja -quien se ha ido a trabajar a otro municipio, a otro estado o al país vecino, especialmente a Estados Unidos-, porque la migración de hombres de estas comunidades se incrementó, de forma considerable, debido a las afectaciones que generó la pandemia por COVID-19, especialmente durante el período 2020-2022.
Ante dicha situación, Doña Mary ha tenido que hacer de todo y también se ha vuelto experta en todo. Ella se apoya en otras mujeres y es también apoyo de otras mujeres tsotsiles, lo cual se puede observar en trabajos que realiza no solo con la burbuja de mar (extracción, transformación y comercialización de ámbar) sino también en la siembra, recolección, despulpe y comercialización de café, de maíz y de cacao, y en otros de sus emprendimientos. Además de los trabajos de cuidado a su familia extendida.
Desde sus diversos trabajos las mujeres de comunidades de Simojovel, como Doña Mary, escriben parte de la historia económica y sociocultural de las cadenas montañosas que forman parte de la región norte de Chiapas. A través de su trabajo con el ámbar no solo aportan a la herencia y reproducción de prácticas y conocimientos tradicionales, sino también contribuyen a la economía familiar, comunitaria, regional y estatal. Aportación valiosa que suele estar invisibilizada.
Diversas luchas en conjunto
Dígase también que la invisibilización de la participación de Doña Mary en la minería del ámbar, la desprotección social, médica y legal en torno a los diversos trabajos informales que realiza así como las afectaciones que han generado en su salud, la discriminación y exclusión que vive -porque se le dificulta hablar español cuando intenta acceder a las instituciones-, los gastos y el tiempo que representa para ella poder trasladarse a la ciudad (Tuxtla Gutiérrez, capital del estado), da cuenta de los diversos factores que incrementan la vulnerabilidad de las mujeres tsotsiles de la tierra del café y del ámbar de Chiapas.
Dichos factores se encuentran asociados al género (por ser mujer), al edadismo (ser adulta mayor), al trabajo (informal), al origen étnico (por provenir de una comunidad tsotsil) y al contexto en el que se encuentran (ámbito rural); en suma, fuertes razones que condicionan el acceso de las mujeres a diversos servicios concentrados en la ciudad.
Además, también la distancia constituye una barrera para acceder a empleos rurales que no necesariamente sean agrícolas, a educación, a programas y a diversos servicios estatales; siendo vitales los concernientes al cuidado y atención a la salud, esto debido a las repercusiones que la realización de diversos trabajos puede ocasionar en las mujeres.
Doña Mary, por ejemplo, dice que le duelen las rodillas por caminar intentando vender ámbar y por pasar varias horas parada en el local de artesanías, en ocasiones también le duele la cabeza por el trabajo que realiza bajo el sol. A ello se le suma la sobrecarga de trabajo en el hogar y las múltiples actividades que realiza para obtener ingresos, como lavar ropa ajena y realizar actividades domésticas en casas de otras familias en la cabecera municipal (Simojovel).
Cuidar la salud de las mujeres resulta prioritario especialmente porque, como sucede en el caso de las mujeres tsotsiles que trabajan el ámbar, la vulnerabilidad se encuentra asociada a la exposición constante a diversas amenazas y riesgos, a múltiples obstáculos que dificultan que puedan solucionarlos y a las habilidades y recursos que ellas pueden tener, o no, para afrontarlos. Por lo cual, puede observarse que las mujeres del ámbar tienen diversas luchas en conjunto.
Una de sus estrategias de afrontamiento ha sido otorgar y recibir apoyo (emocional, material, instrumental e informacional) por parte de otras mujeres. Hay quienes también han nutrido la economía familiar con remesas y con ingresos que reporta la realización de diversos trabajos. Algunas mujeres jóvenes han logrado ir a Tuxtla Gutiérrez o a San Cristóbal de las Casas a trabajar y a estudiar. Dichas experiencias son diversas, el punto común posiblemente es que todas, en algún momento, han estado vinculadas, directa o indirectamente, al ámbar: en la revisión del cascajo, como artesanas, como comercializadoras de ámbar, como integrantes de familias en las que se trabaja o se ha trabajado la resina o como portadoras de accesorios hechos con la gema de Chiapas.
La aportación sociocultural y económica de las mujeres que trabajan el ámbar debe por ello reconocerse. A ellas se les deben propiciar condiciones materiales para mejorar sus condiciones de vida y de trabajo, toda vez que tienen una participación sobresaliente en el mundo ambarino, en la creación de procesos de desarrollo en el contexto rural y en la coexistencia de otras formas de producción en un mundo globalizado.
Por lo dicho, es importante promover que los beneficios que reporta la cadena productiva del ámbar sean más justos y equitativos para las mujeres, especialmente porque estos han estado diferenciados al considerar género, origen étnico, oficio y contexto. La edad también es un factor relevante.
Señalese también que la cadena de valor del ámbar, especialmente la comercialización, da cuenta de que procesos globales tienen repercusiones locales y viceversa; sin embargo, sigue siendo importante generar acciones particulares que atiendan necesidades y contextos específicos de las mujeres que trabajan el ámbar de comunidades tsotsiles de Simojovel y también de otros municipios en los que en la Entidad hay depósitos de ámbar, como es el caso de Totolapa y de Palenque.
Es importante centrar la atención y apoyar el trabajo valioso que en dichas latitudes también realizan las mujeres en torno a una resina que constituye un documento histórico y que ha tenido diversos usos: joyería, medicinal, ornamental, científico y económico. Entre la población chiapaneca también se le suele atribuir propiedades protectoras, por lo cual suele usarse como amuleto protector. Dígase también que la “rareza” y belleza de la resina ha inspirado la creación de poesía, ya Neruda preguntaba si “¿Es verdad que el ámbar contiene las lágrimas de las sirenas?”.
Aún no sé si el ámbar contiene las lágrimas de las sirenas, de lo que sí estoy cierta es que son las lágrimas de la tierra y que sus usos dan cuenta de las representaciones y del aprecio que en Chiapas se tiene por esta resina; aprecio que debe también fomentarse por quienes trabajan en la extracción, transformación y comercialización de esta resina que une al pasado y al presente, y que forma parte del patrimonio biocultural de los pueblos indígenas de Chiapas.
Para saber más:
Pinedo, D., Tuñón, E., Miranda, S. y Cárcamo, N. (2022). Mujeres de ámbar. Una mirada a la minería de ámbar en Simojovel de Allende, Chiapas (México), desde la ecología política feminista. Revista de El Colegio de San Luis, 12(23), 1-35. https://doi.org/10.21696/rcsl122320221397
Perla Shiomara del Carpio Ovando. Doctora y Maestra en Psicología Social por la Universidad Complutense de Madrid, Facultad de Psicología. Licenciada en Psicología por la Universidad de Ciencias y Artes de Chiapas. Profesora investigadora de tiempo completo de la Universidad de Guanajuato, Campus Celaya-Salvatierra, Departamento de Estudios Culturales, Demográficos y Políticos. Correo: pdelcarpio@ugto.mx
Imágenes: de la autora.